Eneatipo 2, el Orgullo.

El orgullo reside en valorar e invertir energía en cómo nos gustaría vernos a nosotros mismos, en nuestra imagen idealizada, con cierta miopía hacia cómo somos en realidad y un rechazo contundente hacia quienes nos ven de forma negativa.

Lo que nos produzca orgullo puede variar mucho de unas personas a otras pero siempre es una sobreestimación de nuestros atributos, como nuestra belleza, elegancia, inteligencia, riqueza, simpatía, etc. En cualquier caso deseamos situarnos por encima de los demás y para ello inflamos nuestra imagen con importancia y valor.

Para el eneatipo Dos la imagen idealizada es la de una persona digna de ser amada, reconocida sobre todo por las personas que cree importantes o especiales, por lo que el orgullo depende de lo que los demás piensen de ella, y así mismo su estado emocional. Esto se acaba convirtiendo, a veces, en una montaña rusa en la que cada vez que la realidad le devuelve la imagen dañada o devaluada, el orgulloso empuja hacia arriba su autoestima para compensar, mostrando de este modo un carácter histriónico y una exagerada actitud de autoimportancia. Muchas veces encontramos aquí un carácter de autosuficienca, la actitud del que no necesita amor, porque necesitarlo sería admitir que no es tan amado como su orgullo le dice, sino del que da amor, una persona que tiene tanto para dar que puede ayudar o consolar a cualquiera, que tiene tanto que todo el mundo la necesita, que los demás son felices gracias a él, o a ella.

 

Hay por otra parte, en el orgullo, un componente muy evidente de menosprecio hacia el otro, es el polo opuesto y necesario del auto-inflamiento. Nuestra autoimportancia depende de la insignificancia del otro y por eso necesitamos alzarnos por encima de los demás en algo o en todo, y si no lo conseguimos, tratar de humillar o de despresiar, de cortar las piernas del otro para que se vea rebajado, para que nos mire desde abajo, porque al orgulloso le encanta mirar desde arriba…

 

Cuanto más desarrollada es una persona más consciente es de sus capacidades y limitaciones, esta objetividad o realismo es la virtud del eneatipo Dosla Humildad, humildad para conocernos y aceptarnos como somos. La Humildad es el principal camino hacia la verdad, es la valoración de cómo somos realmente y no de cómo nos gustaría ser, que no somos poco, que no somos más, sino que somos lo mismo. Esto no depende de cómo somos valorados por los demás, ni cómo medimos nosotros a los demás, es algo que conoceremos en nuestros propios corazones en forma de libertad, del verdadero sentido de vivir y de ver la verdad sobre nosotros en forma de una maravillosa parte de un todo superior.

Desde la perspectiva de la personalidad, nosotros podemos ser especiales o despreciables, pero eso nunca es una evaluación real de lo que somos. Cada uno de nosotros es único y especial, cada uno de nosotros es importante y tiene su propio cometido, no a expensas de los demás sino junto a los demás, cada uno tiene su lugar particular en la humanidad al igual que la humanidad tiene su lugar particular en el universo.


Lluís Rodríguez

Psicólogo, psicoterapeuta y formador. Profesor de Eneagrama de la Personalidad.

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