Tres Centros, Tres cerebros.

En la teoría del Eneagrama tenemos presente la distinción de tres Centros neurálgicos, relativamente independientes, que se manifiestan por separado.

El Centro Mental, ubicado básicamente en el neocórtex, expresa nuestros pensamientos, nuestras creencias, etc. Y su labor es racionalizar el mundo para hacerlo más previsible y manejable.

El Centro Emocional, ubicado en el corazón, expresa nuestras emociones, nos conecta con otras personas y trata de hacernos sentir bien y de que no estemos solos.

El Centro Visceral, ubicado en los intestinos, expresa nuestra necesidad de pasar rápido a la acción, comprende nuestros mecanismos de defensa más primitivos y básicos, y trata de mantenernos con vida, íntegros y sanos.

Los Tres Centros en las relaciones.

Cada uno de estos tres centros, que son los que conforman nuestra identidad, nuestra expresión particular y habitual, tiene diferentes necesidades y diferentes motivaciones y miedos.

En el ámbito de las relaciones ponemos en funcionamiento, aún sin ser conscientes, los tres centros, y emitimos información importante desde cada uno de ellos. Por descontado, cuando recibimos información de los demás, también lo hacemos desde los tres centros.

Teniendo en cuenta todo ello, debemos resaltar, además, que tanto el centro emocional como el centro visceral, actúan de manera predominantemente inconsciente, fuera de nuestro control, incluso fuera de nuestra percepción

El éxito de nuestras relaciones radica, mayormente, en la capacidad que tengamos de establecer una comunicación clara y eficiente. Si tenemos en cuenta que gran parte de esta comunicación transcurre en un plano inconsciente, se hace complicada una buena gestión, y muy probable el conflicto.

Como siempre, tenemos que incidir en la necesidad de un trabajo personal profundo y dedicado. Si nos ocupamos de comprender, gestionar y satisfacer, nuestra dimensión interior, alcanzando un grado óptimo de expresión genuina y natural de los tres centros; cada uno de ellos estará alineado con nuestra vida, con lo que necesitamos y con lo que nos hace felices y completos.

Congruencia

Cuando esto sucede, nuestro comportamiento, nuestros deseos y nuestras motivaciones, guardan una necesaria congruencia. Ser Congruente, es ser uno mismo, sentirse bien con uno mismo y expresarse desde uno mismo.

La Congruencia nos hace ser más eficaces, más confiables, más carismáticos, más seguros y más cercanos. Y la comunicación con nuestros semejantes, desde esta congruencia, es el vehículo que nos permite trascender más allá de nuestra propia identidad…


Lluís Rodríguez

Psicólogo, psicoterapeuta y formador. Profesor de Eneagrama de la Personalidad.

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